Nuestra historia

Somos tres hermanos, aragoneses de corazón, unidos no solo por la sangre, sino también por el amor a la tierra de todos nuestros ancestros que nos vio crecer. Junto con nuestras familias, compartimos una misma ilusión: cultivar trufa negra Melanosporum con respeto, pasión y autenticidad. Nuestra aventura comenzó en 2009, en Sarrión, donde el aire huele a bosque y cada estación deja su huella en la tierra. 

Apostamos por la calidad y por proteger lo exquisito.

Elegimos llamarnos TRUFIKA como un homenaje entrañable a nuestro origen. Nuestro nombre refleja Teruel con identidad y orgullo, y nuestro logotipo, con forma de trufa imperfecta, encierra símbolos que nos definen: la estrella mudéjar, emblema de Teruel, y corazones que evocan la flor de la vida, y el amor con el que hacemos todo lo que hacemos. 

Nos sentimos orgullosos y agradecidos de nuestras raíces y de todo el esfuerzo y el trabajo previo que han realizado familiares, amigos y conocidos nuestros para conseguir posicionar Sarrión como el principal punto de producción mundial de trufas melanosporum. Con el esfuerzo y el trabajo de todos seguiremos extendiendo el conocimiento y el consumo de este excepcional producto, aportando riqueza a toda la zona.  Este es nuestro compromiso.

Nuestra pasión por la naturaleza, por los perros, y la afición a buscar setas y hierbas medicinales nos acercó a las trufas hace años, y ese fue nuestro comienzo con la melanosporum… Empezamos cultivando en las tierras de nuestros bisabuelos y luego nos animamos a ampliar a otras fincas. Es un camino ilusionante pero arriesgado y complejo, mucho más de lo imaginado.

Esto es Trufika. Esto somos nosotros. Y si… nuestras trufas llevan un trocito de nuestro corazón.  

El amor por el trabajo bien hecho se nota en nuestras trufas. Llegan a ti en perfectas condiciones de calidad y maduración.
Nuestros perros son parte importante de nuestro trabajo y de nuestra vida. Disfrutamos del tiempo que pasamos con ellos en el campo. Cada trufa que recolectamos es un pequeño milagro que agradecemos, una alegría para todos, pues ellos también reciben sus premios y caricias. 

Jack, Betty y Mia han sido nuestros primeros perros truferos y siempre serán parte inseparable de esta historia. Los queremos mucho y ellos lo sienten. Son los encargados de encontrar las trufas: ellos marcan el lugar exacto donde está la trufa cuando alcanza su punto óptimo de madurez, nosotros recogemos con respeto, todos celebramos el hallazgo.

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